En el último post os contábamos con mucha ilusión como, poco a poco y con mucha prudencia, van volviendo las bodas.
Y muchas de esas bodas tienen una celebración previa que a nosotros personalmente nos encanta: la pedida. Una pequeña reunión familiar de la familia del novio y de la novia y que suele ser el día que más flores recibe una mujer en su vida.
A nosotras nos encanta recibir llamadas las semanas previas en la tienda para encargar los centros que van a llegar a casa de la novia ese día. Procuramos siempre que sean distintos y que tengan algún recipiente que luego le sirva para su nueva casa: un frutero de cristal, un jarrón…
De todos los centros, el que más ilusión nos hace preparar es el del novio que generalmente suele ser de rosas rojas y es el más importante de todos. La nota que le suele acompañar suele ser una mezcla de amor y nervios que nos enternece muchísimo.
La mañana de la pedida llevamos todas las flores que han encargado la familia y los amigos a la puerta de la casa de la novia y es muy, muy emocionante ver su cara cuando llamamos al timbre.
Además, de ser una forma de hacer llegar el cariño, dan mucho color y perfuman cada rincón. Esa estampa nunca se olvida.
Gracias por dejarnos formar parte de un momento tan inolvidable de vuestras vidas, nosotras tampoco lo olvidaremos.
Fotos: Maca Castaño.