Dicen que las novias tienen que llevar “algo azul” pero la tradición no dice cuál de todos ellos. Ceila eligió su tono favorito: el turquesa y no solo para ella…
Para la ocasión, se puso en las manos de Marcela Mansergas que diseñó un vestido con un espectacular bordado color plata que caía por los hombros y espalda.
El ramo llevaba también algo azul y algo muy especial: un medallón con la foto de sus abuelos y la imagen de la Virgen de Covadonga.
El ramo tenía el blanco de su vestido en las verónicas y el gris plata del bordado en el eucalipto.
La ceremonia se celebró en San Nicolas de Bari, Avilés. Una iglesia a la que se accede por una preciosa escalinata de piedra donde colocamos cestos y faroles para enmarcar el camino.
Decoramos todo con paniculata que daba un toque de luz. Decoramos el púlpito y para equilibrarlo todo colocamos un centro con velas altas, que tenía la misma altura que la imagen de la Santina.
A la salída los novios fueron recibidos por una lluvia de pétalos que dejaron el suelo unos charcos que ni a la novia ni sus niñas de arras les importo pisar.
Las dos hermanas, una cuñada y una amiga de Ceila vivieron ese día con mucha emoción y vestidas todas del mismo color. Si algo azul da suerte, todo azul hizo que ella se sintiera más que afortunada.
La celebración fue en casa de la novia pero todos los invitados se sintieron como en la suya.
Las imágenes son de Pelayo Lacazette.