La celebración fue en Sariego, en la nave de elaboración y el llagar que tiene Trabanco. Los espacios vivieron una transformación absoluta que fue posible gracias a dos cosas: el potencial del lugar y la confianza ciega que depositaron en nosotras. Pero empecemos por el principio: el aperitivo, con sello de la casa, se sirvió en el jardín para disfrute de todos los invitados.
En el interior decoramos todo el techo con ramas secas, eucalipto y luces de German Vizcaino, logrando así bajar la altura de la nave para que fuera más acogedora. Tanto gustó la propuesta que no lo desmontamos y ahora está en todas las bodas.
La iluminación en tono rosado fue obra de Siapro y logró crear un ambiente muy especial. Jugamos con la geometría mezclando tableros largos de madera vista y mesas redondas con manteles de M viste tu mesa.
La presidencia era muy especial ya que sólo estaban los novios. Algo poco habitual pero muy emocionante porque estaban solos y, a la vez, con tus sus invitados.
El otoño fue el gran proveedor de decoración con brasicas, cardos, manzanas, eucalipto… también usamos velas en tonos verdes y vasitos en distintos colores. Las proteas, flores favoritas de la novia, aparecieron en los centros de mesa y en la papelería que diseñó Paula para la ocasión.
Fue una boda de esas que, al acabar, deberían de volver a empezar porque no habrá otra igual.
Fotos: JFK IMAGEN SOCIAL