Nos ha costado esperar una semana para enseñaros la segunda parte de esta boda y cuando terminéis de ver el post creo que podréis entender el motivo. Fue una boda de esas que cuesta olvidar.
Seguimos exactamente donde lo dejamos: en la Isla, en el jardín para ser exactos. Allí se sirvió el aperitivo de la mano, lógicamente, de Marcos Moran. Estaban como en casa.
Ahora es cuando el titulo del post cobra sentido: para el sitting plan usamos además de unos tarros de cristal que llenamos de flores, nombres de calles de Londres. La mesa presidencial compartía el nombre de la calle donde esta Hispania.
Las puertas estaban abiertas de par en par y se veía el jardín desde cualquier punto del salón, también en las lámparas. Para la comida apostamos por centros llenos de color y es que un 13 de agosto invita a algo así.
Mónica quería dar el ramo a dos personas y no tuvo que elegir. Lo dividimos en dos partes atadas con un lazo: simplemente tuvo que soltarlo y buscarlas entre todos los invitados.
Después de ese divertido baile por el salón llego otro muy especial…
Una vez inaugurada la pista, empezó una fiesta de la que no vamos a hablar porque si una imagen vale más que mil palabras, con estas fotografías podríamos pasar una temporada calladas.
Y cuando pensaban que ya lo habían visto todo, empezó un concierto que dejó a los invitados con la boca abierta y mucho ritmo.
Fue una boda de mañana pero por la noche siguieron bailando. En una palabra: inolvidable.
Fotos: LIVEN