El mar fue su algo azul 2

Lo bueno de celebrar tu boda cerca del mar es que puedes aprovechar el trayecto para parar a hacer unas fotos más relajados en plena naturaleza.

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El lugar elegido por Lucía y Manel fue el Real Balneario de Salinas, un lugar con una gastronomía y unas vistas privilegiadas. Allí llegaron todos con muchas ganas de pasar unas horas inolvidables.

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Los novios nos pidieron un rincón para que sus familias y amigos pudieran dejarles mensajes con sus mejores deseos en el día más feliz de sus vidas. No los leímos pero seguro que ponían “que sigáis siempre como hasta ahora”.

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Lo bueno de las bodas íntimas es que todos los invitados pueden sentarse en la mesa de los novios y eso siempre hace que todos guarden un recuerdo muy especial.

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Fue una boda muy especial, llena de detalles y cariño, y eso es al final de lo que se trata. De amor, de emoción y sentimientos.

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Fotos: Cristina Cañibano 

Una boda en Merida I

Todos los años solemos salir de Asturias para hacer alguna boda fuera pero siempre por el norte: Galicia, Santander… a 300, 400 kilómetros de casa, pero nunca antes habíamos cruzado media España para ir a decorar una, nunca hasta el año pasado que fuimos a Mérida, hicimos 800 kilómetros por el mejor de los motivos: el amor.

Todo empezó con una llamada de Paula de Living las bodas, le habían encargado la organización de una boda y quería contar con nosotras. No nos lo pensamos ni un minuto y dijimos que sí. No fuimos las únicas: Global Rent y Siapro también aceptaron la propuesta. Tachamos varias hojas del calendario y empezó una aventura.

Nos instalamos cinco días en el hotel Rural Cerro Principe que había próximo a la Iglesia y a la finca donde se celebraría el banquete. Éramos un equipo. Un equipo de muchas personas capitaneado por Paula. Las familias de Gabi y Rocío nos hicieron sentir como en casa,  estuvieron pendientes, participaron en los preparativos y nos cuidaron mucho. Yula, la madre del novio estuvo especialmente implicada y pasó muchas horas en la finca con nosotros. No olvidaremos las cervezas, cocacolas y hamburguesas que nos llevó.

La familia de Rocío es de Arroyo de San Servan y quiso casarse en la Iglesia de su pueblo que tiene un retablo barroco impresionante y muy colorido. En la fachada colocamos un adorno muy importante que tuvimos que preparar en tiempo record porque las temperaturas eran altas y el sol daba de pleno a esa hora del día.

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La boda fue el 16 de septiembre y quisimos reflejar en la decoración el color que tenía el campo en esa época. Para lograrlo usamos hortensias agostadas, brezo, hiedra… dispusimos todo en cestos, porque pocas cosas hay más de campo que los cestos.

Colocamos un adorno al principio del pasillo para enmarcarlo. Llevamos desde Asturias la alfombra del sisal y los reclinatorios de lino para dar un aire más rustico.

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Pusimos varios centros, uno en la entrada del pasillo y otro que empezaba en la escalinata y terminaba en el altar ,arropando a los novios y a los padrinos. Todos con faroles y cestos llenos de plantas y flores en tonos otoñados.

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Continuará…

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Las fotos son de Cristina Cañibano.

Dos ramos y un palacio

Entre bodas, eventos y encargos hay tiempo para hacer alguna que otra editorial y hoy os queremos enseñar una en la que participamos hace meses con Vintage Bodas como organizadores y Raquel de Dorothysredshoes de modelo.

El lugar: el Palacio de Casa Estrada, un enclave precioso para bodas y también para trabajar, porque todo es mucho más bonito entre sus paredes y jardines.

Para la ocasión hicimos un ramo inspirado en el entorno que rodea al Palacio, en los bosques que se ven desde sus ventanas. Apostamos por una estética despeinada, con las peonias como protagonistas y mucho ramaje.

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El vestido de José María Peiro no necesitaba muchas flores y encontramos en esta mezcla un equilibrio perfecto.

Del maquillaje y el peinado se encargaron Reyes Tabares y Barbareando que son unas artistas y dejaron preciosa a Raquel.

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Una de las cosas con la que jugamos fue con el tamaño: era un ramo bastante grande y eso le daba un aire todavía silvestre, parecía el resumen de un paseo.

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Para el segundo vestido hicimos una corona y un ramo a todo color para un vestido sencillo pero especial.

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Azules, rosas, malvas y blancos en una mezcla de tonos vivos con otros empolvados, jugando con la dulzura y el carácter.

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Nos encantan estas imágenes de Cristina Cañibano y el look de Raquel de novia velada que oculta su rostro pero enseña el tocado.

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Gracias por contar con nosotros e idear algo tan especial. Habrá más, seguro.

 

 

 

 

Una boda en Somió II

La semana pasada nos quedamos en el protocolo, igual que algunos  invitados que fueron a mirar donde estaban sentados les gustó tanto el espacio que se quedaron allí.

Celebrar el almuerzo de la boda en un llagar pide a gritos un rincón de la sidra y eso hicimos con cajas de madera antiguas, botellas, manzanas y hortensias del mismo tono. Los manzanos fueron el mejor fondo que podíamos pedir para nuestro rincón.

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De las botellas de sidra de fuera a los barriles de dentro había unos pocos metros y mucha piedra. Global Rent iluminó todo con cientos de bombillas todo el techo, llenándolo de luz.

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Para sujetar los números nada mejor que corchos y para decorar las mesas, hortensias de distintos colores.

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El Real Balneario se encargo de preparar las delicias que se sirvieron sobre los bajo platos de ratán de MVISTETUMESA.

 

 

 

Cuando nuestro trabajo terminó, todo estaba listo para empezar. Con la imagen con la que se encontraron los invitados al entrar al llagar, nos despedimos hasta la semana que viene.

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Fotos Cristina Cañibano

 

Una boda en Somió I

Pocas cosas hay mejores que estar como en casa, pero cuando no estamos en ella, pocas cosas hay mejores que las cosas que nos hacen sentir como si estuviéramos allí. Eso pensó Alejandra cuando nos pidió que llenáramos todo con flores que había el jardín de la casa de sus padres: hortensias.

Todo salvo una cosa, su ramo de novia que fue de peonias y de las hojas de esta maravillosa flor.

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La Iglesia de San Julián de Somió tiene tanta luz como amplitud. Así que “plantamos” decenas de hortensias en cestos que llevamos nosotros y en las jardineras de piedra que están en el altar.

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Para celebrarlo no tuvieron que ir muy lejos, a escasos metros de la Iglesia, en Villa María empezaba todo con un aperitivo en su maravilloso jardín francés.

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El ciervo negro fue encargado de sorprender a los invitados con una barra de coctelería situada a los pies de la escalinata de piedra y es que no hay que esperar al baile para empezar a disfrutar de estas bebidas.

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Se estaban tan bien en el jardín que colocamos allí mismo el protocolo de mesas. Entre arboles y hortensias.

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Continuará…

Fotos: Cristina Cañibano