Todos los años solemos salir de Asturias para hacer alguna boda fuera pero siempre por el norte: Galicia, Santander… a 300, 400 kilómetros de casa, pero nunca antes habíamos cruzado media España para ir a decorar una, nunca hasta el año pasado que fuimos a Mérida, hicimos 800 kilómetros por el mejor de los motivos: el amor.
Todo empezó con una llamada de Paula de Living las bodas, le habían encargado la organización de una boda y quería contar con nosotras. No nos lo pensamos ni un minuto y dijimos que sí. No fuimos las únicas: Global Rent y Siapro también aceptaron la propuesta. Tachamos varias hojas del calendario y empezó una aventura.
Nos instalamos cinco días en el hotel Rural Cerro Principe que había próximo a la Iglesia y a la finca donde se celebraría el banquete. Éramos un equipo. Un equipo de muchas personas capitaneado por Paula. Las familias de Gabi y Rocío nos hicieron sentir como en casa, estuvieron pendientes, participaron en los preparativos y nos cuidaron mucho. Yula, la madre del novio estuvo especialmente implicada y pasó muchas horas en la finca con nosotros. No olvidaremos las cervezas, cocacolas y hamburguesas que nos llevó.
La familia de Rocío es de Arroyo de San Servan y quiso casarse en la Iglesia de su pueblo que tiene un retablo barroco impresionante y muy colorido. En la fachada colocamos un adorno muy importante que tuvimos que preparar en tiempo record porque las temperaturas eran altas y el sol daba de pleno a esa hora del día.
La boda fue el 16 de septiembre y quisimos reflejar en la decoración el color que tenía el campo en esa época. Para lograrlo usamos hortensias agostadas, brezo, hiedra… dispusimos todo en cestos, porque pocas cosas hay más de campo que los cestos.
Colocamos un adorno al principio del pasillo para enmarcarlo. Llevamos desde Asturias la alfombra del sisal y los reclinatorios de lino para dar un aire más rustico.
Pusimos varios centros, uno en la entrada del pasillo y otro que empezaba en la escalinata y terminaba en el altar ,arropando a los novios y a los padrinos. Todos con faroles y cestos llenos de plantas y flores en tonos otoñados.
Las fotos son de Cristina Cañibano.