Hay segundas partes que más que buenas, son excelentes.
Seguimos donde lo dejamos. En el Palacio de Pendueles, que es a donde se dirigieron los invitados de Carmen Y Maximilien al terminar la ceremonia.
El aperitivo fue en el jardín, que tiene un hórreo y unos árboles impresionantes.
Hubo que vaciar todos los salones de la planta baja e iluminarlos convenientemente, además de instalar mobiliario para alojar a todos los invitados. Para esta labor contaron con Sarita Rivera, con la que fue un gusto trabajar.
Llenamos las lámparas, chimeneas, incluso el alfeizar de la ventana con hiedra y esparraguera para meter el jardín dentro de casa.
Las mesas redondas iban vestidas con manteles estampados y las alargadas con unos lisos, jugando así con tonos azules y marrones.
Colocamos muchas velas, que encendimos al caer la tarde para dar un aire más romántico.
La escalera sirvió de escenario para los discursos, que son muy típicos de las bodas francesas y un recuerdo que dejo a los novios sin palabras pero con fotos preciosas.
La boda termino, pero la historia no había hecho más que empezar…
Las fotos son del genial Pelayo Lacazette