Cuando Alejandra y su madre Bea entraron por la puerta de la tienda, recordamos la época en la que trabajamos juntas hasta que se fue a vivir fuera. Todo eran risas, sonrisas y ganas. Eran una alegría constante , por eso no nos sorprendió que nos pidiera una boda a todo color, empezando por el ramo. Quería que tuviera el mayor número posible de flores y tonos, así que disfrutamos mucho mezclando distintas opciones hasta que dimos con una que llevaba hortensias, menta, peonias, moras… en el que no podía faltar el color azul, presente en el ramo y en la cinta que lo ataba.
Para la decoración de la capilla de Santa Ana pensamos en algo silvestre y veraniego, ligero pero con cuerpo, que vistiera los distintos rincones y la hiciera todavía más bonita.
La familia y los amigos vivieron con mucha emoción una ceremonia en la que los novios no dejaron de sonreír ni un minuto.
Lo bueno de casarse en verano en el Palacio de Meres es que Alejandra y Javi pudieron disfrutar de los alrededores mientras sus invitados empezaban el aperitivo. Un paseo, unas fotos y unos minutos para aterrizar y darse cuenta de que no están soñando.
La semana que viene seguimos donde lo dejamos, en este mismo jardín.
Fotos: Mercedes Blanco.